FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DE LOURDES: 11 DE FEBRERO

Santa Bernardita, Imitemos su humildad!

Bernardita era profundamente inocente, sencilla; limpia de corazón, desconocía toda maldad, y malicia, confiaba profundamente en el Señor. La Virgen María la escogió para enviar su mensaje porque era una criatura sencilla y pura.

Bernardita decía que desde que vio a la Virgen, vivió con una permanente nostalgia por el cielo, y cuando concluyeron las apariciones, su único deseo era irse al cielo para reunirse con “Aquero”, que era como le decía a la Virgen María.

Bernardita, era la “Vidente de Lourdes”, vio a la Virgen María, pudo haber usado esto para querer ser el centro de atención, para ser estimada y halagada, no quiso nada de eso, su sencillez y su humildad se manifestaban en todo lo que hacía y decía. Nunca quiso otra cosa sino ser una pobre criada, alguien que se dedica a servir a los demás, a obedecer a los demás, en las tareas más humildes... Y delante de Jesús se sentía una pobre mendiga, aquella que no tiene nada y lo tiene que pedir todo. Su “Texto Espiritual” la describe perfectamente y dice así:

Por la pobreza en que vivieron papá y mamá, por los fracasos que tuvimos, porque se arruinó el molino, por haber tenido que cuidar niños, vigilar huertos frutales y ovejas, y por mi constante cansancio, ¡te doy las gracias, Jesús!

Te doy gracias, Dios mío, por el Fiscal, por el Comisario, por los gendarmes y por las duras palabras del Padre Peyramale.

No sabré agradecerte, si no es en el paraíso, por los días en que viniste, María, y también por aquellos en los que no viniste.

Por la bofetada recibida y por las burlas y ofensas sufridas; por aquellos que decían que yo estaba loca y por aquellos que veían en mí una impostora y una mentirosa; por aquel que trataba de hacer un negocio a mi costa... ¡te doy las gracias, Madre!

Por la ortografía, que jamás fui capaz de aprender; por la mala memoria que siempre tuve; por mi ignorancia y por mi estupidez, ¡te doy las gracias!

Te doy las gracias porque, si hubiese existido en la tierra un niño más ignorante y estúpido, Tú lo hubieses escogido.

Porque mi madre haya muerto lejos; por el dolor que sentí cuando mi padre, en vez de abrazar a su pequeña Bernardita, me llamó Hermana María Bernarda, ¡te doy las gracias!

Te doy las gracias por el corazón que me has dado, tan delicado y sensible, y que colmaste de amargura; porque la Madre Josefina anunciase que no sirvo para nada, ¡te doy las gracias!

Por el sarcasmo de la Madre Maestra, por su dura voz, por sus injusticias, por su ironía y por el pan de la humillación, ¡te doy las gracias

Agradezco haber sido la Bernardita a la que amenazaron con llevar a la cárcel porque te vi a Ti, Madre.

Agradezco que fluí una Bernardita tan pobre y miserable que, cuando me veía, la gente
decía: “¿Esa cosa es ella?” La Bernardita que la gente miraba como se fuese el animal más exótico.

Por el cuerpo que me diste, digno de compasión y putrefacto; por mi enfermedad, que arde como el fuego y quema como el humo; por mis huesos podridos, por mis sudores y mi fiebre, por los dolores agudos y sordos que siento... ¡te doy las gracias Dios mío!

¡Ésta es Bernardita! La niña de la que todos decían que era tonta, la niña que no sabía lo que era la Santísima Trinidad y por eso no le dejaban hacer la Primera Comunión...; la niña que, cuando la Virgen le reveló quien era, no entendió nada y fue repitiendo continuamente por el camino las palabras de la Virgen: “Yo soy la Inmaculada Concepción”, para no olvidarlas y podérselas repetir al sacerdote de Lourdes. Esa niña que no sabía quién era la Inmaculada Concepción, ni quién era la Santísima Trinidad, que no recordaba el Catecismo... Esa niña comprendió lo que es la verdadera humildad, la verdadera pobreza de espíritu y por eso es santa. No por lo que sabía intelectualmente, sino porque, por el don de Ciencia, comprendió los misterios de Dios y fue humilde y dócil a la gracia. Santa Bernardita, ¡Ruega por Nosotros!

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