THE DIARY OF AN INNER-CITY PRIEST #70 / DIARIO DE UN SACERDOTE URBANO #70

THE DIARY OF AN INNER-CITY PRIEST

Diary Entry #70     Time Will Tell

Today is Monday.  It is my day off.  Most people I know don’t think a priest should take a day off.  I didn’t either, until I had been a priest for more than twenty years.  Most people have not been a priest for more than twenty years.

More than a year ago, I decided that I was going to take one day off each week.  I had never in my many years as a pastor done that, but I realized that it was time.  What this means in actual practice (on an ideal Monday) is that I assign myself no public responsibilities.  I do not offer a public Mass for the parish.  I do not hear confessions.  I do not meet with people.  I do not check my phone or email. I offer one Mass privately for intentions that have come my way, and say my daily prayers.

I usually work from 7:00 am to noon catching up on personal affairs and parish business that I do not have time for during the week.  Of course, if there is something pressing which needs attention, I attend to it.  Otherwise, at noon on the average Monday, I stop.  I go to a restaurant for lunch, come home, start a movie, and fall asleep.  That is my “day off”.  I’m happy with that.

On this particular Monday morning, as I was unlocking the church, filling the candle racks, and cleaning up from the weekend Masses, a man I had never seen before appeared at the church asking whether there was to be a Mass at 8:00 am.  He may have been a parishioner.  He may not have been.  He may have been the Lord in disguise.  He may have been a demon.  I do not know.

When I informed him that there was no public Mass that day, he became furious, and explained to me that I was a terrible priest, that he had given thousands of dollars to this parish, and that I should be ashamed of myself for not offering a public Mass on the Feast of the Holy Guardian Angels.  I encouraged him to have a nice day.  He departed from me in disgust.

As I reflected on his accusations, continuing my daily chores, I considered that I may indeed be a terrible priest.  I guess I’ll find that out when the Lord comes to judge me.  It is doubtful that this fellow had given thousands of dollars to the parish as I had never seen him before, but I could be wrong.  In either case, I do not know what that has to do with my taking one day off each week.  Perhaps I should be ashamed of myself for not having offered a public Mass on the Feast of the Holy Guardian Angels, but I am not yet sure whether I should, or should not be.  Time will tell.

As a seasoned student of human behavior, it seemed to me that this fellow might have been a bit unstable, and possibly unemployed for the long term.  After all, I have not offered public Masses and Confessions on Mondays for more than a year, and our bulletin and website indicate the Mass schedule clearly.  I suppose he failed to check.  Obviously, that was my fault.  After all, I am a terrible priest.

I often wonder whether I have made the right choice in taking a “day off” each week.  Mental health professionals assure us priests that such a “day off’ it is essential for our well-being.  Our bishop strongly encourages us to take such a day.  He does so himself.  Of course, if I am going to have to endure abuse from people for doing so, it hardly makes it worth it.  The fellow did not ruffle my feathers too much that morning; only momentarily.  I went on to enjoy a pleasant day.

As of now, I do not yet know whether I have made the right decision about my day off. Time will tell.

 

 

DIARIO DE UN SACERDOTE URBANO

Entrada # 70    ¡Solo el Tiempo lo Dirá!

 

Hoy es lunes. Es mi día libre. Muchísimas personas que conozco no creen que un sacerdote deba tomarse un día libre. Por mi parte puedo decirles que durante más de 20 años, nunca me tomé un día libre.  Claro que la mayoría de las personas no son sacerdotes y sería difícil para ellas comprender lo que significa ser sacerdote por más de 20 años.

Hace más de un año decidí que me iba a tomar un día libre a la semana. Nunca en mis muchos años como pastor había hecho eso, pero me di cuenta de que era el momento.

Lo que esto significa en la práctica (es decir, en un lunes ideal) es que no me asigno ninguna responsabilidad pública. No celebro una Misa pública para la parroquia. No escucho confesiones. Me abstengo de programar entrevistas con feligreses y demás interesados. No reviso mis mensajes telefónicos ni mi correo electrónico.

Celebro una Misa en privado por las intenciones que se me han presentado y rezo mis oraciones diarias. Normalmente trabajo desde las 7:00 de la mañana hasta el mediodía poniéndome al día tanto atendiendo asuntos personales como asuntos parroquiales para los que no tengo tiempo durante la semana.

Por supuesto, si hay algo urgente que necesita atención, lo atiendo. De lo contrario, al mediodía de un lunes normal, paro toda actividad, me voy a un restaurante a almorzar, vuelvo a casa, veo una película y me quedo dormido. Ese es mi “día libre”, ¡Y eso me hace feliz!

En uno de esos lunes en particular, y mientras estaba abriendo la iglesia, llenando los candelabros y ordenando la Iglesia después de las Misas del fin de semana, un individuo que nunca había visto antes apareció en la iglesia preguntando si habría Misa a las 8:00 de la mañana.

Pudo haber sido un feligrés, o puede que no; pudo haber sido El Señor disfrazado, o pudo haber sido el demonio, no lo sé.  Pero cuando le informé que los lunes no se celebrara Misa al público, se enfureció y me hizo ver que yo era un mal sacerdote, que él había donado miles de dólares a esta parroquia y que yo debería avergonzarme por no celebrar la Santa Misa en la Fiesta de los Santos Ángeles Custodios. Amablemente le dije que tuviera un buen día, y se alejó bastante disgustado.

Al continuar con mis quehaceres diarios y mientras reflexionaba sobre las acusaciones que este individuo me había hecho, me decía a mí mismo que en realidad  podía ser que yo fuera un terrible sacerdote. Supongo que lo descubriré cuando el Señor venga a juzgarme.

Dudo mucho que este personaje haya donado miles de dólares a la parroquia, ya que nunca lo había visto antes, pero yo podría estar equivocado. En cualquier caso, no sé qué tiene que ver eso con que yo me tome un día libre a la semana.

Tal vez debería avergonzarme por no haber celebrado una Misa publica el día de los Santos Ángeles Custodios, pero la verdad, no lo sé, solo el tiempo lo dirá.

Como un estudiante experimentado del comportamiento humano, me pareció que este tipo no estaba del todo cuerdo, y me dio la impresión que a lo mejor ya tenía bastante tiempo de estar  desempleado.  Después de todo, desde hace más de un año que no celebro Misas públicas, ni escucho confesiones. Esta información está en el boletín y también en nuestra página Web y todo buen feligrés que asiste a Misa regularmente debería saberlo.

Si este individuo es miembro de la Iglesia y hace sus donativos como el asevera, supongo que no se tomó la molestia de ver la información sobre el horario de las Misas en nuestra Iglesia.  Pero… ¡Claro está!  Todo esto es mi culpa, después de todo, yo soy un pésimo sacerdote.

A menudo me pregunto si he tomado la decisión correcta al tomarme un “día libre” a la semana. Los profesionales de la salud mental aseguran a los sacerdotes que un “día libre”  es fundamental para nuestro bienestar y buen funcionamiento en nuestra labor. Nuestro obispo nos exhorta a descansar de nuestras actividades públicas durante un día y aprovecharlo para nuestros asuntos personales. ¡El Obispo mismo se toma su día libre!

A veces pienso si vale la pena tomarse un día libre y tener que  soportar impertinencias, abusos y agresiones verbales de parte de individuos como el arriba mencionado.

Ese personaje me incomodó momentáneamente, pero no arruinó mi día.  Rápidamente olvidé este desagradable incidente y continué disfrutando de “mi día libre”.

Sin embargo, hasta el momento no sé si he tomado la decisión correcta sobre tomarme un día libre a la semana.  ¡Solo el tiempo lo dirá!

Comments are closed.